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OpenAI, ¿Qué pasó con Altman y qué implica para el futuro de la Inteligencia Artificial?

OpenAI, ese es el nombre de una Startup tecnológica que actualmente está en boca de todos, aunque hoy en día no lo está por buenas razones. Sea como sea, no hay manera de negar que dicha compañía cambió el panorama tecnológico con el desarrollo y lanzamiento del Chatbot ChatGPT a finales de 2022, posicionándose así a la vanguardia en el campo de la inteligencia artificial generativa.

Hecho el repaso de historia, hoy indagaremos en lo ocurrido hace no más de una semana, en lo que parece haber sido una lucha interna de poder entre la junta directiva de la empresa y su CEO y fundador, Sam Altman, quien el 17 de noviembre de 2023 fue despedido de un momento para otro, solo para regresar unos días más tarde a su labor, lo que devino en un fin de semana caótico, durante el cual pudimos observar 2 CEOs ir y venir en cuestión de días, así como también una carta abierta dónde cientos de empleados amenazaron con renunciar como respuesta a la situación de Altman, pero no nos adelantemos a los hechos, pues hay mucho que digerir.

ChatGPT

Lo cierto del asunto es que aquí todavía huele a gato encerrado, y más aún, esto podría tener repercusiones para el futuro del desarrollo de la inteligencia artificial, pues todo apunta a que la razón de la debacle entre Altman y la junta directiva de OpenAI tiene su raíz en diferencias filosóficas y del rumbo trazado para la compañía.

Sobra decir que, tratándose del principal jugador en el campo de la inteligencia artificial, este es un acontecimiento que no podemos tomar a la ligera, pues podría tener ramificaciones importantes para el mundo moderno, después de todo, la IA es una de las tecnologías más importantes creadas por la humanidad.

¿Qué fue lo que ocurrió dentro de OpenAI?

El 17 de noviembre de este año, la junta de OpenAI decidió despedir a su CEO y cofundador, las razones ciertas solo las conocen ellos, mientras que a los mortales nos tocó enterarnos mediante un comunicado que, en típica forma corporativa, no dice nada claro sobre la situación.

“La salida del señor Altman ocurre después de un proceso de revisión deliberativo por parte de la junta, el cual concluyó que él no fue consistentemente sincero en sus comunicaciones con la junta, lo que obstaculizó su capacidad para ejercer sus responsabilidades”, dijo la empresa en una declaración oficial.

Sea como sea, esta decisión impactó a más de uno, pues no solo ocurrió de manera inesperada, sino que además es el propio Altman de quien estamos hablando, un individuo que se ha convertido en la cara pública de la IA generativa, el mismo individuo que hace unos días antes de su despido estaba dando conferencias en San Francisco de lo más tranquilo de la vida.

Seguida la salida de Altman, Microsoft, el principal inversionista de OpenAI, no dudó en echarle el guante al ex-CEO, apuntándolo para liderar un nuevo grupo interno de IA dentro de su compañía.

Todo llegó a su punto álgido cuando el 20 de noviembre una carta abierta firmada por más de 700 empleados de OpenAI acusó a la junta de manejar de mala manera el despido de Altman. No solo eso, amenazaron con renunciar y seguir a Altman a Microsoft si la compañía no revertía su decisión… después de todo ¿Qué es una compañía sin su gente? Por si fuera poco, entre los firmantes encontramos a Mira Murati, quien fue nombrada como sucesora interina de Altman.

“OpenAI no es nada si su gente”, Así fue el coro que repitieron los empleados de la compañía durante su protesta.

Altman regresa triunfante

Si algo estuvo claro en este tumulto, es que Sam Altman tenía las de ganar en cualquier escenario, pues no solo tiene el apoyo incondicional de Microsoft y una posición de alto nivel asegurada dentro la empresa para continuar su investigación, sino que además puso en jaque mate a su antigua compañía.

Como bien sabrán, unos pocos días después de la dimisión de Altman y la carta abierta de los empleados, OpenAI dio el brazo a torcer y, por si fuera poco, la junta directiva de miembros vio a viejos miembros irse y a rostros nuevos llegar, entre ellos Bret Taylor, ex-CEO de Salesforce, y Lawrence Summers, Ex secretario del Tesoro de los Estados Unidos. De la vieja junta solo quedó Adam D’Angelo, quien aparentemente estuvo a favor de la decisión de tachar a Altman.

Sam Altman

Adelantando la cinta al día de hoy y tenemos que Altman ya fue coronado nuevamente como CEO de OpenAI y se le nota intocable, pues rara vez vemos a un corporativo amasar tanto soporte por parte de sus empleados como para revertir una decisión de este calibre. Además, Greg Brockman, co-fundador de la compañía, regresa del exilio al lado de su colega Altman para asumir su viejo rol, por lo que todo parece haber vuelto a la normalidad.

No obstante, es aquí donde huele a gato encerrado, pues para que esta lucha interna de poder haya ocurrido tan rápido, o bien alguien tiene que estar mintiendo sobre lo que ocurrió, hay más en juego de lo que nos enteramos.

Con eso en mente, ahora toca ver los argumentos contra Altman, pues mientras todo este teatrillo se desarrollaba, otras partes dieron sus dos centavos al respecto y vaya que hay mucho que tomar en consideración.

Un choque de ideales y prioridades

Según fuentes especializadas, entre ellas CNN, este conflicto tiene su raíz en diferencias filosóficas de cara a cómo OpenAI debería tratar el futuro de la IA y avanzar. Por lo visto, todos pintan a Altman como un individuo que ante todo prioriza el progreso y está a favor de llevar la IA al mercado lo antes posible, lo cual suena bastante en línea con sus acciones, pues a pesar de estar públicamente a favor de la regulación de la IA, es uno de los principales responsables de haber convertido a la compañía en una organización con fines de lucro, y también hay que darle un poco de crédito al hombre, pues bajo su tutela la compañía se ha hecho más rentable que nunca.

Por otro lado, tenemos a la junta directiva de la compañía, que supuestamente aboga por actuar con más cautela con respecto a esta tecnología y de moderar los avances, pues como tal aún no se conocen las consecuencias que tendrá la IA para la humanidad a largo plazo, eso por no mencionar que hay muchos peligros latentes de los que nos han estado advirtiendo durante décadas.

Según la narrativa actual, la junta de OpenAI habría tratado de deshacerse de Altman por haber empujado tan rápido la comercialización y desarrollo de productos basados en IA, esto sin consideración sobre los potenciales peligros para la humanidad. No obstante, este ángulo no encaja del todo bien, pues debieron haber anticipado el rechazo que una decisión así provocaría. Otro lado sugiere que simplemente la junta directiva temía el poder e influencia amasados por Altman e intentaron deshacerse de él en la primera oportunidad posible.

La carta anónima hacia OpenAI

Mientras todo el drama se desenredaba a la luz pública, el magnate Elon Musk compartió una carta que supuestamente le envió un exempleado de OpenAI, la cual va dirigida a la junta directiva y expresa una profunda preocupación sobre los acontecimientos recientes. Más importante todavía, esta carta hace alegaciones bastante fuertes contra Sam Altman, pintándolo de una manera negativa.

Con eso en mente, el contenido de la carta debe tomarse con una pizca (o mejor una cucharada entera) de sal, pues, al fin y al cabo, no sabemos con exactitud quien la escribió y es bien sabido que el señor Musk no partió en buenos términos con Altman cuando abandonó la Startup tecnológica.

Entrando en materia, la carta anónima urge a la junta directiva a expandir la investigación de las acciones de Altman desde 2018, cuando la compañía empezó su transición hacia una entidad con fines de lucro. Asimismo, propone buscar el testigo de empleados que dejaron la compañía o fueron despedidos durante este período, pero siempre protegiendo sus identidades en todo momento.

En este sentido, quien fuera que escribió esta carta sostiene que una buena cantidad de empleados fueron eliminados de la ecuación para facilitar la transición hacia una entidad con fines de lucro. Este argumento tiene bases más o menos sólidas, pues se conoce que la tasa de deserción de empleados entre enero de 2018 y julio de 2020 fue de aproximadamente el 50%.

La carta alega que Altman y Brockman han dejado a su paso un “preocupante patrón de engaño y manipulación” durante su persecución de la AGI (inteligencia artificial general). Más al caso, los métodos de estos individuos han hecho cuestionar al autor sus verdaderas intenciones y hasta qué punto de verdad buscan el beneficio común.

Los argumentos contra Altman

Nuevamente, una pizca de sal no viene mal, pues las alegaciones que repasaremos a continuación no son para nada leves y nuestra intención en ningún momento es esparcir desinformación o calumnias, pero en la búsqueda de la verdad es imprescindible mirar todos los ángulos y no dejar piedra sin destapar. Entrando en materia, la carta acusa a Altman y Brockman de lo siguiente:

Encima de todo eso, la misiva expone que la estructura de gobierno de OpenAI bajo Altman y Brockman garantiza la lealtad incondicional de sus empleados mediante el miedo a las consecuencias y de quedarse por fuera de potenciales ganancias económicas. La carta cierra implorando a la junta de directores la protección de la misión original de la compañía y de no sucumbir a intereses impulsados por el lucro.

¿Qué implica todo esto para el futuro de la inteligencia artificial?

Preguntar por el futuro de la inteligencia artificial es sinónimo de preguntar por el futuro de la humanidad, pues se trata de una de las invenciones más importantes de la historia, quizás la más importante.

No cabe duda de que OpenAI abrió la caja de Pandora con el lanzamiento al público de ChatGPT, lo que desencadenó una oleada de competencia, pero al mismo tiempo, ese afán de llevar IA a las masas ha hecho a las compañías perder la cautela de cara a una tecnología cuyas repercusiones todavía no alcanzamos a comprender por completo. Sin entrar en el territorio de la ciencia ficción y Terminators, ya se prevé un gran cambio en el paradigma laboral y también en el social debido a las AGI, y eso no es algo que debamos tomar a la ligera, pero no todos piensan igual.

Tomando en cuenta la falta de regulación y el rápido desarrollo de estas, queda claro que la industria que yace detrás de la inteligencia artificial actualmente está más preocupada por generar beneficios económicos que beneficios a la humanidad en sí, la cual debería ser la meta final de la misma.

Con todo eso en mente, este capítulo en la historia de OpenAI es un síntoma de las tensiones y el debate ético en la comunidad tecnológica sobre la AGI, y para muestra un botón, la rápida intervención de Microsoft en el tema (eso por no mencionar la millonaria inversión) demuestra cómo uno de los principales jugadores en el campo se está volcando a favor del beneficio económico y de la adquisición de poder, dejando de lado la empresa de investigación sin fines de lucro que alguna vez fue. De igual manera, esto podría ser el catalizador de conflictos más amplios dentro de la empresa en los próximos años.

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